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004 Declaración Mayorino Borgatello

Una de las declaraciones dadas por Mayorino Borgatello
En el proceso, el párroco salesiano Mayorino Borgatello dio varias declaraciones, una de ellas está en los paneles de la exposición y otra, es la que estamos escuchando.

Punta Arenas, a diez i ocho  de diciembre compareció a la presencia judicial Don Mayorino Borgatello cura párroco de esta ciudad quien juramentado en forma e interrogado convenientemente espuso;

Teniendo conocimiento de que este juzgado se inició un espediente con motivo de  los malos tratamientos y vejámenes cometidos contra los indijenas de la Tierra del Fuego, vengo hacerme presente con el fin de dar a conocer lo que de a este respecto tengo noticias; hace cuatro meses más o menos los empleados de la Sociedad Explotadora Tierra del Fuego reunieron con violencia a ciento sesenta y cinco indijenas en un galpón perteneciente a dicha Sociedad en Bahía Inútil y porque dos de los jefes se resistieron a entregarse, fueron muertos a balazos. Este hecho lo oí contar a los oficiales del Huemul,  al señor D. Florencio Middleton a Don Emilio Llañez i don Vicente Ferrer. Estos indios según acuerdo entre la Sociedad Explotadora y Monseñor Fagnano  debían entregarse a la Misión Salesiana de Dawson y el Señor Moritz Braun representante de la Sociedad a que hago referencia, había dado orden al capitán del vaporcito Antonio Díaz, señor P. Macías para que los llevara a la Misión.  El capitán comunico la orden al Presbitero Salesiano Don Fortunato Griffa y este acepto la propuesta en nombre de los misioneros salesianos, pero el Gobernador Don Manuel Señoret se opuso a que se llevara a efecto esta entrega y ordeno a don Moritz Braun que no mandara su vapor y dando orden enseguida al escampavía “huemul” para que transportarse a esos indios a Punta Arenas. El Huemul cumplió esta orden y el 3 de agosto último, descargo en la plaza ciento sesenta y cuatro indíjenas, me consta que estos infelices fueron bajados a tierra en su totalidad casi enteramente desnudos y de tal modo conducidos hasta la misma Gobernación donde se les distribuyo unos pocos trapos. Este hecho fue presenciado por una multitud de personas entre las cuales puedo citar a Don Luis Zanibelli, a Don Florencio Middleton, Victoriano Baratan, Alban Ladouch, Angela A. viuda de Ballesteros, etc., en seguida fueron   los indios colocados  en un galpón en la plaza cerca del Muelle y custodiados por vigilantes, oyéndose en la noche aullidos y llantos, hecho que fue escuchado por Fructuosa Mancilla de Rivera y Victoriano Baratan. Los días siete y ocho del mismo mes fueron empleados en la repartición de los indios, sacando a los niños del lado de sus padres y contra la voluntad de ellos y en medio de protestas por parte de los padres y de los hijos. Las escenas desgarradoras que sucedieron fueron presenciadas entre los cuales puedo citar a Don Luis Zanibelli, Doctor Middleton, Alban Ladoouch, Victoriano Bariatan, Ángela A. V de Ballesteros, Clorinda Mansilla, a Transito Vásquez, y Emilio Olmos.

El día diez y siete del mismo mes de agosto fueron llevados los indios al Rio de la Mano, en donde se les dio por habitación casitas tan mal abrigadas que los indios prefirieron quedarse al aire libre, en donde actualmente viven. Se les pasa un solo pedazo de carne por día, dos libras más o menos. Sin que nadie se hiciera cargo de ellos para civilizarlos y entender a sus necesidades y todo por el contrario, desde aquella  fecha abrieron  al público en su paradero una vergonzosa escuela de inmoralidades de las cuales fui yo testigo muchas veces y no solo en su paradero dieron públicas lecciones  inmorales sino también en el pueblo, a donde vinieron todos los días a pedir limosnas de puerta en puerta. Luis Zanibelli  vio un día a las cinco de la tarde en la plaza un hombre civilizado con una india, fornicando. Emilio Ibañez presencio otro acto semejante con la escepcion de que eran dos jóvenes con una india. 

Me consta que estos indios a los pocos días que fueron traídos de la Tierra del Fuego se enfermaron todos de una manera horrible (y eso que morían) eran  de siendo dejados los enfermos de gravedad tirados en la nieve sin abrigo alguno. Este hecho lo he presenciado yo y también el doctor Don Rigoberto Aranis.  El 1 de septiembre murieron cinco indijenas, cuatro niños y un adulto y el día anterior habían muerto también dos, un hombre y una mujer. No solo yo he presenciado este hecho sino también Doña Ángela A. viuda . de Ballesteros, y don José Briatone. Calculo que en todo habrán muerto unos quince.

El 28 de septiembre, un indio por haber tirado una piedra al carnicero Don Beltran Baylac,  sin haberlo herido se le dio en la policía veinticinco azotes; a los diez y ocho se desmayó y cayó al suelo como muerto y sin embargo se continuo pegándole hasta enterar el número de veinticinco. Este acto inhumano lo presencio don Alban Ladouche pues fué él quien presto al soldado el azote y rebenque.

El dia 27 de septiembre, Doña Eloisa Ballester, pidió al Comisario de Policia, Don Alberto Barra  que le diera una indiecita de dos años y medio. Barra mando un soldado al campamento indijena para quitársela a su madre. Llegado ahí el soldado quizo quitar la criatura a una india pero esta se resistio  viniéndose todos los indios con piedras y palos hicieron esfuerzos para rechazar al soldado. Este viéndose rodeado por tantos indios, furioso saco un revolver y disparo un tiro que por suerte no hirió a nadie. Los indios espantados dejaron libre al soldado y este intento a la mujer india seguir a la Señora Eloisa Ballester hacia su casa. Llegada aquí el soldado le quito el hijo a la india y se lo entregó a la Ballester y dio un empellón a la india. Esta entonces empezó a dar gritos desgarradores, se rasgó con las uñas sus carnes y cayó al suelo casi desmayada.  Todo fue en vano, se alejó a la india de aquella casa y a la distancia todavía como de tres cuadras se oían todavía sus gritos. Este hecho pueden atestiguarlo Doña Clorinda Mansilla de Avila y doña Julia Marchand.

Se inculpó a los indios de robo de ganado vacuno. He visto yo en sus habitaciones un ternero cortado en cuatro partes que habían muerto aquel mismo dia.  También muchas personas se quejan de que muchos indios tiran piedras en sus casas, como la Sra. Marchand, y Juana A. viuda de Elgueta, habiendo sucedido con nosotros mismos este hecho.

 

Se ratificó leida  lo que fue, dijo ser mayor de edad y firmó.

Seguel

Mayorino Borgatello 

Gaymer